1.¿Te conoces bien? Reconocer nuestros propios errores, nuestras limitaciones, nuestras posibilidades y nuestras aptitudes o capacidades es clave para saber hasta dónde podemos exigirnos. No es lo mismo ser entrenador, que muchos lo son, que valer para serlo, pocos cumplen todos los requisitos...
2. ¿Cuál suele ser tu estado de ánimo? Tu estado emocional es muy importante ya que afectara no solo a tu rendimiento sino a tu relación con los jugadores y, en consecuencia, a su rendimiento individual y colectivo. Si transmites malas vibraciones, eres pesimista, o tienes miedo de todo tus jugadores se contagiarán, por el contrario, si eres equilibrado y no te afectan ni las victorias ni las derrotas estás en el buen camino. Una persona sometida al resultado no puede dirigir un equipo.
3. ¿Cómo asumo la responsabilidad de llevar un equipo? Poner excusas ante las derrotas o el mal juego, culpar al árbitro o al entorno, incluso no reconocer la superioridad del rival son síntomas claros de falta de responsabilidad, algo inadmisible en un entrenador. Además, reconocer a tus jugadores su esfuerzo, sea cual sea el resultado, es una de las tareas más importantes de un entrenador, y de las que más se le agradecen.
4. ¿Cómo percibo la realidad competitiva? Conocer cuál es nuestro objetivo es primordial para trabajar, si no hay un objetivo marcado no podemos progresar.
5. ¿Sé rectificar mis errores y escuchar a mis colaboradores e incluso a mis jugadores? El entrenador nunca está solo mientras él no quiere, un grave error es aislarse de los demás miembros del equipo, hay que saber escuchar y compartir opiniones.
6. ¿Mantengo la motivación de todos mis jugadores? Tener jugadores en el equipo que estén desmotivados por su falta de participación en los partidos es muy negativo para el grupo, transmiten poca confianza y buscarán fieles que les ayuden a oponerse al entrenador.
7. ¿Tengo claro a qué quiero jugar? El estilo de juego de un equipo es su seña de identidad, si no lo tenemos bien definido y marcado no podremos trabajarlo y estaremos expuestos a meras casualidades condicionadas por el tipo de rival de turno. Nuestro estilo de juego no solo vendrá marcado por nuestra intencionalidad sino que estará totalmente condicionado por el tipo de jugadores de que disponemos.
8. Y, por supuesto, ¿has recibido una correcta formación? Evidentemente, no solo de experiencia vive el entrenador. Es muy importante haberse formado adecuadamente en todos los apartados que comprenden el fútbol. El entrenador tiene que ser una persona con conocimientos referidos explícitamente al fútbol (técnica y táctica), complementados con conocimientos de condicionamiento físico (ha de ser siempre capaz de trabajar el apartado físico con ejercicios aplicativos al fútbol, no podemos formar un atleta y luego transformarlo en futbolista, sino que debemos formar a un futbolista con capacidades físicas propias del deporte que practica), y conocimientos básicos de otros temas como la nutrición, los hábitos de vida saludable y la psicología del deportista. Todo esto no se aprende habiendo sido jugador, es importante sacarse el título de entrenador y recibir formación oficial.
La respuesta todas estas preguntas nos dirá si somos un buen entrenador o no.
Recordad que la autoridad no es la imposición de mis criterios "porque sí", una idea respaldada por un buen argumento siempre nos dará una autoridad mayor que una orden a ejecutar.
Desde luego, todo ésto son solo algunos de los aspectos más importantes para llegar a ser entrenador, pero no lo son todo, la figura del entrenador es compleja, sofisticada, variable y condicionada siempre por un grupo, por el grupo que dirige, así, lo que con un grupo te funciona a la perfección no significa que con otro grupo te vaya a funcionar igual.
El entrenador perfecto es aquel que es perfecto para esos jugadores en concreto, no tiene porqué serlo para todos los demás.
"Cuanto más cerca está el partido, mejores me parecen los rivales". "El partido visto como amenaza es la primera consecuencia de la masacre de entrenadores". Jorge Valdano.
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